ESA_logo.png                                        Recebido: 8.out.2022   •    Aceito: 15.maio.2023   •    Publicado: 30.jun.2023

 

Seção Temática

Mulheres, territorialidades e epistemologias feministas – conflitos, resistências e (re)existências

                                                                                                                                                                                                                                                 
Las quebradeiras de coco babaçu
y las nuevas narrativas emergentes en contra del Matopiba en el
Médio Mearim-Maranhão

Babassu palm nut breakers and new narratives opposing
Matopiba in Médio Mearim, Maranhão

 

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Michelly Aragão Guimarães Costa[1]

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Laeticia Medeiros Jalil[2]

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Karina Bidaseca[3]

 

 

  

https://doi.org/10.36920/esa31-1_st03



 

Resumen: Este artículo tiene como objetivo comprender cómo las mujeres quebradeiras de coco babaçu vienen siendo impactadas por el proyecto gubernamental Matopiba en el Médio Mearim (Maranhão), al noreste de Brasil. Para esto analizamos las principales características del modelo del agronegocio en el territorio y su nueva forma de territorialización, a partir de la expansión de la frontera agrícola, así como las estrategias y acción colectiva generadas por las mujeres quebradeiras de coco en contra de estos proyectos. Como abordaje metodológico utilizamos entrevistas semiestructuradas a lideresas del Movimento Interestadual das Quebradeiras de Coco Babaçu (MIQCB) quienes tienen un rol destacado en la defensa del territorio y en la conformación del tejido social y comunitario en el Médio Mearim (Maranhão). Fue realizada una revisión bibliográfica de informes especializados, estudios previos y audiovisuales. La autoorganización de las mujeres por medio del MIQCB, ha sido unas de las principales estrategias de (re)existencias y acción colectiva contra los impactos del agronegocio en sus cuerpos-territorios y comunidades. Las quebradeiras de coco babaçu son sujetos políticos que generan nuevas narrativas emergentes por medio de la agroecología, el cooperativismo, la soberanía alimentaria, los feminismos campesinos y populares, a fin de combatir el aumento de la deforestación de la selva babaçu, los conflictos socioambientales y violencias en esa región.

Palabras clave: quebradeiras de coco babaçu, agronegocio, agroecología, feminismos.

 

Abstract: This article investigates how women who break babassu palm nuts have been impacted by the Brazilian government’s Matopiba development efforts in the Médio Mearim area of Maranhão, northeastern Brazil. The main characteristics of the agribusiness model in the region are examined together with its new form of territorialization (from expanding the agricultural frontier), along with the strategies and collective actions used by the babassu nut breakers against these projects. We utilized semi-structured interviews with leaders of the Interstate Babassu Nut Breakers Movement (Movimento Interestadual das Quebradeiras de Coco Babaçu, MIQCB) who play a prominent role in defending the territory and shaping the social and community fabric of the Médio Mearim region; specialized reports, previous studies, and audiovisual sources were also reviewed. Self-organization of women through the MIQCB has been one of their main strategies for (re)existence and collective action to combat the impacts of agribusiness on their bodies/territories and communities. The babassu nut breakers are political individuals who generate new emerging narratives through agroecology, cooperativism, food sovereignty, and rural and popular feminisms to combat increasing deforestation of babassu palms, socio-environmental conflicts, and violence in this region.

Keywords: babassu palm nut breakers, agribusiness, agroecology, feminisms.

 

Resumo: Este artigo tem como objetivo compreender como as quebradeiras de coco babaçu têm sido impactadas pelo projeto governamental Matopiba no Médio Mearim (Maranhão), nordeste do Brasil. Para isso, analisamos as principais características do modelo do agronegócio no território e sua nova forma de territorialização, a partir da expansão da fronteira agrícola, assim como as estratégias e ação coletiva que as mulheres quebradeiras de coco têm gerado contra esses projetos. Como abordagem metodológica, utilizamos entrevistas semiestruturadas com lideranças do Movimento Interestadual das Quebradeiras de Coco Babaçu (MIQCB), que desempenham um papel importante na defesa do território e na formação do tecido social e comunitário no Médio Mearim (Maranhão). Foi realizada revisão bibliográfica de relatórios especializados, estudos prévios e audiovisuais. A auto-organização das mulheres por meio do MIQCB tem sido uma das principais estratégias de (re)existência e ação coletiva contra os impactos do agronegócio em seus corpos-territórios e comunidades. As quebradeiras de coco babaçu são sujeitos políticos que geram novas narrativas emergentes por meio da agroecologia, do cooperativismo, da soberania alimentar, dos feminismos camponeses e populares, a fim de combater o aumento do desmatamento da palmeira babaçu, os conflitos socioambientais e as violências nessa região.

Palavras-chave: quebradeiras de coco babaçu, agronegócio, agroecologia, feminismos.

 

 

Introdução

Pensar un presente en crisis nos hace cuestionar, desde diferentes posiciones, condiciones, opresiones y privilegios el valor de la vida en el planeta tierra. Además, requiere desvelar los procesos históricos, políticos y epistemológicos que han normalizado las violencias raciales, sexuales y de los proyectos del agronegocio hacia nuestros cuerpos-territorios. Así, se necesita un abordaje de la investigación social desde la perspectiva feminista situada y antirracista que comprenda estos marcos históricos para generar otras alternativas de subjetivación y de relaciones entre humanos y no humanos (LUGONES, 2008; HARAWAY, 2009).

La noción de cuerpos-territorios nace desde los feminismos comunitarios antipatriarcales: en Bolivia, Mujeres Creando; en Centroamérica, Lorena Cabnal; Gladys Tzul Tzul y Adriana Anacona Muñoz (Colombia). En México, mencionamos el movimiento de mujeres indígenas de Chiapas y de Oaxaca, y los trabajos de investigación de Sylvia Marcos (2010) y Márgara Millán (2011), entre otros. También, desde Sudamérica, la poesía mapuche de Liliana Ancalao es un enfoque literario importante para esta discusión. Desde luego, mencionamos el valioso legado de dos intelectuales feministas argentinas, María Lugones, bajo la conceptualización de “colonialidad de género”; y de la antropóloga Rita Segato en su trabajo etnográfico en Ciudad Juárez y entre pueblos indígenas en Brasil (2013); el trabajo de investigación con mujeres mapuches entre las Mujeres y Diversidades por el Buen Vivir liderado por Moira Millán y las mujeres mbya guaraní en Misiones. Más recientemente, estas discusiones fueron estimuladas por el concepto de "terricidio" que fue creado por la weichafe mapuche Moira Millán.[4]

En este trabajo[5] destacamos que la categoría mujer rural es heterogénea y que las quebradeiras de coco babaçu,[6] prietas, indígenas, provienen de lugares de desventajas (simbólicas, materiales, subjetivas/objetivas), lo que demuestra que es necesario analizar que las estructuras del sistema capitalista, patriarcal, racista y colonizador también privilegian ciertas categorías en detrimento a otras, destacando que las mismas no pueden ser minimizadas.  Ser capaz de localizar, situar, distinguir y señalar las diferentes condiciones que impregnan nuestros cuerpos es fundamental para generar acciones radicales de autonomía y cambios de manera integral (COSTA, 2018). Las quebradeiras de coco construyeron su identidad colectiva como trabajadoras rurales, quilombolas, indígenas, agroextractivistas, y su movimiento viene contribuyendo a la construcción contemporánea de la noción de “poblaciones tradicionales” (OLIVEIRA, 2011). Además, su definición como pueblo tradicional está sustentada en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), de 1989, que establece la autodefinición como criterio fundamental para la identificación de los pueblos y comunidades tradicionales. Asimismo, son reconocidas como tales por la Política Nacional para el Desarrollo Sostenible de los Pueblos y Comunidades Tradicionales (PNPCT), instituida en Brasil por el Decreto no 6040, de 7 de febrero de 2007.

Vandana Shiva (1995) realiza una crítica del desarrollo técnico occidental que ha colonizado el mundo entero. Afirma que lo que recibe el nombre de desarrollo es un proceso de mal desarrollo, fuente de violencia contra la mujer y la naturaleza en todo el mundo. Para la autora el mal desarrollo tiene sus raíces en los postulados patriarcales de homogeneidad, dominación y centralización que constituyen el fundamento de los modelos de pensamiento y estrategias de desarrollo dominantes (BIDASECA et al., 2020, p. 5). El sistema alimentario agroindustrial ocupa la mayor parte de la tierra y usa entre 70 y 80 por ciento de los combustibles y agua que son empleados en la producción alimentaria, contaminando con agrotóxicos, insumos y fertilizante químicos, suelos, aguas y la comida de todos, con enorme desperdicio de alimentos, desde el campo a los hogares (RIBEIRO, 2016).

Los movimientos de mujeres rurales de “Améfrica Ladina” (GONZÁLEZ, 1988) término acuñado por la intelectual y afrofeminista Lélia Gonzalez, en la década de 1980, reflexionaron detenidamente sobre la realidad de exclusión de las mujeres negras e indígenas de Brasil y América Latina. El concepto Améfrica Ladina busca visibilizar explícitamente la presencia de las poblaciones afro e indígenas de Nuestra América, y reivindicar esta ancestralidad plural de la que fuimos desposeídos con la conformación del Estado-Nación/Moderno/Colonial eurocentrado. Esos movimientos han defendido que el control sobre los bienes comunes, el impacto de la crisis climática sobre los territorios, la división sexual desigual del trabajo, la violencia contra las mujeres, el feminicidio, sexismo, misoginia, el racismo institucional y ambiental sean temas principales en las agendas dentro de sus organizaciones y comunidades como condición para superar una vida de opresión y desigualdades.

Destacamos que es necesario una reformulación o recreación de ideas en torno a la naturaleza en la que esta no sea reducida a un conjunto de “recursos naturales”, sino que éstos sean comprendidos como bienes comunes naturales y pensados en su integralidad como “aquel patrimonio que es esencial para la vida colectiva de la humanidad y que al mismo tiempo figura como sostén de la existencia misma de la diversidad biológica del planeta” (DELGADO RAMOS, 2011). Al referirnos a estos bienes como recursos les asignamos un carácter instrumental intrínseco y olvidamos que este carácter es impuesto por la economía de mercado y su lógica subyacente (IVARS, 2013).

Así, las mujeres rurales se construyen como colectivos políticos, creadoras de nuevos conocimientos y, concretamente, adoptan estrategias de acción reconocidas en el campo de los ecofeminismos, feminismos comunitarios, campesino y popular, descoloniales; ellas afirman que para avanzar en las luchas ambientales estas deben plantearse desde una perspectiva feminista-antirracista-comunitaria-territorial, que reconozca las desigualdades históricas y estructurales de las mujeres de Améfrica Ladina, así como la fusión de las múltiples discriminaciones de clase, sexo/género, etnia/raza, corporalidades, diversidad sexual, espiritualidad etc. (LUGONES, 2008; BIDASECA, 2014; CALAÇA, 2021).

A principios del siglo XXI en Améfrica Ladina y Caribe el modelo de desarrollo fue basado en la reprimarización de la economía y la creciente exportación de bienes primarios.  Al respecto, Svampa (2013, p. 32) sostiene: “en el último decenio, América Latina realizó el pasaje del consenso de Washington, asentado sobre la valorización financiera, al consenso de commodities, basado en la explotación de bienes primarios a gran escala.” Habría que agregar, también, que el negocio lucrativo sobre el aprovechamiento de los bienes naturales se expresa en un neoextractivismo que constituye un escenario favorable para una próspera clase rentista (empresas nacionales, transnacionales y operadores de gobierno) que acumulan riqueza y poder, y es situada privilegiadamente en un sistema económico-político exclusivo y explotador de fuerza de trabajo y bienes naturales. Por ello, en la actualidad se plantea que el neoextractivismo instala una dinámica vertical que irrumpe en los territorios y a su paso va desestructurando economías regionales, destruyendo biodiversidad, profundizando de modo peligroso el proceso de acaparamiento de tierras al expulsar o desplazar a comunidades rurales, campesinas o indígenas, y violentando procesos de decisión ciudadana (GUDYNAS, 2009).

Para Delgado Ramos (2012), el agronegocio se configura como un nuevo pacto de economía política entre el mercado y el Estado, como un sistema de poder que busca una estrategia articulada con el capital financiero para sostener y reproducir prácticas agrícolas hegemónicas. Esta estrategia culminó con la asociación del grande capital agroindustrial con el latifundio. Una reafirmación de la primarización de la agenda exportadora en la región (con foco en commodities agrícolas y minerales) como una forma de mantener a Brasil en el mismo lugar histórico en la división internacional del trabajo.

Pese a dicho contexto, ¿qué sucede con las mujeres quebradeiras de coco babaçu que son las primeras en poner el cuerpo al momento de defender los bienes comunes y los territorios y cuyos nombres muchas veces no se mencionan en nuestras sociedades patriarcales?[7] En ese sentido, el trabajo tiene como objetivo comprender cómo incide el proceso de territorialización del proyecto gubernamental Matopiba en el Médio Mearim, Maranhão. La Agencia de Desarrollo de Matopiba (acrónimo del área que abarca las provincias de Maranhão, Piauí, Tocantins y Bahía), fue creada en mayo de 2015. Ni el MIQCB, ni las comunidades tradicionales y agricultores familiares que viven en la región fueron consultados sobre la creación de la agencia, la cual tiene un gran potencial para impactar fuertemente la vida y los medios de vida de esta población (ISA, 2015). Según el gobierno en ese momento, la agencia tenía como objetivo promover el desarrollo económico y ambiental de la región a través de una acción articulada, basada en tres ejes estratégicos: infraestructura, innovación y tecnología en el medio rural (MACHADO, 2015).

Nuestro abordaje metodológico se basa en entrevistas semiestructuradas a 18 lideresas[8] del Movimento Interestadual de las quebradeiras de coco babaçu (MIQCB), entre febrero y marzo de 2022, quienes tienen un rol destacado en la defensa del territorio y en la conformación del tejido social y comunitario en el Medio Mearim (Maranhão). Buscamos dialogar con las quebradeiras de coco babaçu de dos comunidades: la comunidad Ludovico y Lago do Junco, Mearim/Maranhão, para comprender cómo perciben esas problemáticas y qué estrategias están intentando construir en sus espacios organizativos. Las categorías de análisis trabajadas fueron: género, violencias, cuerpo-territorio, agronegocio, acción colectiva, división sexual del trabajo y cuidados.  

Nos enfocamos en analizar el rol del Estado (marcos legales y políticas públicas que favorecieron estos procesos), así como las relaciones “transescalares de poder”[9] a nivel local-global que evidencian las contradicciones del Estado y la lógica empresarial de las corporaciones y de las mujeres rurales sobre el significado y usos de los territorios. Además, buscamos profundizar en las estrategias de (re)existencias y acción colectiva que las quebradeiras de coco babaçu han generado contra los impactos del agronegocio en sus cuerpos-territorios. Las relaciones transescalares involucran temporalidades conflictivas, convergentes y jerárquicas. Las disputas en la región se dan por grupos que actúan desde distintas escalas: los agentes financieros, en sintonía con el “tiempo-mundo” (SANTOS, 1996), vinculados a las redes de poder globales y que piensan sus estrategias en escala mundial. (FREDERICO; ALMEIDA, 2019).

 

“Nosotras las mujeres no somos territorio de conquista”

El feminismo comunitario es una propuesta que nace de las mujeres indígenas y que cuestiona el machismo, el patriarcado y la colonización desde sus orígenes. Las feministas comunitarias destacan que a pesar de las múltiples opresiones que viven las mujeres originarias, en ellas reside también el valor y la potencia de las mujeres ancestrales.  La defensa y recuperación de sus territorios y cuerpos es uno de los postulados principales de las feministas comunitarias, quienes identifican que las mismas formas de poder y opresión que imponen el capitalismo y el patriarcado sobre los cuerpos de las mujeres, las imponen también sobre la tierra que ocupan.

Rescatando a las pensadoras indígenas feministas comunitarias (CABNAL, 2010; GUZMÁN, 2019), se podría reconstruir una historia del cuerpo mediante la descripción de las diferentes formas de represión que el capitalismo ha activado en su contra. Por otro lado, podemos experimentar el cuerpo como un campo de resistencia, el cuerpo y sus poderes -el poder de actuar, de transformarse a sí mismo y al mundo- y del cuerpo como el límite natural a la explotación. Lo que no siempre hemos visto es lo que la separación de la tierra y la naturaleza ha significado para nuestros cuerpos, lo cual nos ha empobrecido y despojado de los poderes que las comunidades tradicionales, indígenas y afrodescendientes le atribuían a los mismos.

De acuerdo con Lorena Cabnal (2010), el feminismo comunitario no sólo defiende el territorio-tierra porque necesita de los bienes naturales para vivir y dejar una vida digna a otras generaciones. En el planteamiento de recuperación y defensa histórica del territorio-cuerpo-tierra, se asume la recuperación del propio cuerpo expropiado, para generarle vida, alegría vitalidad, placeres y construcción de saberes liberadores para la toma de decisiones. De esta forma, la defensa del propio cuerpo y la defensa del cuerpo-territorio-tierra van de la mano, ya que no se puede concebir este cuerpo de mujer sin un espacio en la tierra que dignifique la propia existencia y promueva la propia vida en plenitud. Por este motivo, las luchas para la recuperación y defensa de sus tierras deben ir de la mano de la lucha por la recuperación de su territorio-cuerpo, porque “las violencias históricas y opresivas existen tanto para mi primer territorio cuerpo, como también para mi territorio histórico, la tierra” (CABNAL, 2010, p. 23).

Por otro lado, las categorías moderno-occidentales representan y abordan el territorio desde ciencias como la cartografía, que habiendo surgido a la par de la consolidación de los Estados nacionales, entiende al territorio como propiedad privada, área de dominio de una autoridad o jurisdicción de pertenencia estatal, es decir, como la base natural de los mismos. Los sentidos de las comunidades tradicionales, indígenas, prietas sobre tierra y territorio son heterogéneos. Según el planteamiento del antropólogo Arturo Escobar (2012), el territorio, desde la perspectiva de los pueblos indígenas y afrodescendientes, muestra una `ontología relacional´, al expresar que “los mundos biofísicos, humanos y supranaturales no se consideran como entidades separadas, sino que se establecen vínculos de continuidad entre ellos” (ESCOBAR, 2012). Cuando se habla de la defensa del territorio se incluyen y se piensan una serie de entidades no humanas y de fuerzas de la naturaleza con quienes los pueblos entablan relaciones de reciprocidad, intercambio y comunicación.

Para las quebradeiras de coco babaçu la tierra y el territorio cumplen un rol fundamental en la reproducción de la vida, donde las luchas por identidad y territorio son sus principios primordiales. En ese sentido, especialmente las mujeres proponen diversas estrategias y se trabaja desde una perspectiva colectiva del cuidado comunitario para esa sostenibilidad de la vida, como se puede observar en el relato de la quebradeira de coco Rosana cuando preguntamos cuál era la importancia de su territorio:

ay, este mi territorio yo digo es una raíz, una raíz profunda y así son varias cosas que existen, no importa cuántas tormentas haya, pero va a seguir acá. Entonces mi territorio es todo. Porque es lo que hay aquí, a lo que puedo acceder, lo que soy yo misma. Yo soy un territorio y todo lo que existe dentro mío. Entonces en este ambiente que yo estoy hay varias cosas (sonido de pájaros). ¡Oh Jesús! En mi territorio hay paz, aunque haya muchas cosas duras pero hay paz, hay amistad, hay salud, hay comida, hay agua, hay esta naturaleza, aunque sea devastada, aún está viva. Y lo que también está dentro mío, es este amor por la vida. (Entrevista a Rosana, quebradeira de coco, Ludovico, Lago dos Rodrigues, Maranhão. Febrero de 2022. Traducción propia)

La identificación de las mujeres con el fruto también se torna explícita en la siguiente narrativa: “La palmera para nosotras es una madre, ella nos ha dado la vida, el babaçu es nuestra vida aquí” (´Dio, citado en Neide Duarte, 2004). La palmera de babaçu no sólo es el sustento laboral, sino también alimenticio, y el que asegura la continuidad de la vida diaria. A partir de ella se puede elaborar aceite, harina, jabón, cestería, carbón para el fuego, alimentos con propiedades medicinales (antiinflamatorios y digestivos), papel reciclado, etcétera. En Médio Mearim (Maranhão), la región investigada, las mujeres constituyen una pieza fundamental en el proceso de producción familiar y sostenibilidad de la vida.

La economía feminista plantea una transformación radical de la forma en que se entiende la economía, la cual, desde una postura androcéntrica, patriarcal y capitalista, solo toma en cuenta aquello a lo que se le asigna un valor monetario o financiero, que se cuantifica y que contribuye a los ciclos de crecimiento del capital. Las feministas han hecho un aporte fundamental al señalar cómo históricamente se ha invisibilizado el trabajo de las mujeres al cuidado de la familia y del entorno doméstico, cuando en realidad ese trabajo es el gran generador de riquezas que, ocultas, son dispuestas para las actividades llamadas productivas (FEDERICI, 2004).

Los aportes del pensamiento crítico sobre ecofeminismo constructivista (HARAWAY, 1991; PULEO, 2011; SILIPRANDI; ZULUAGA, 2014) nos brindan la oportunidad de enfrentarnos no sólo a la dominación de las mujeres en la sociedad patriarcal sino también a una ideología y una estructura de dominación de la Naturaleza ligada al paradigma patriarcal del varón amo y guerrero. En el convencimiento de que la teoría feminista ha de pensar los problemas de nuestra época, entre los que ocupa un lugar central el deterioro ecológico, el ecofeminismo constructivista propone la equidad y la sostenibilidad, siendo ajeno a cualquier esencialismo bipolarizador de los sexos.

Superar el sexismo, el androcentrismo, el racismo, el antropocentrismo y el Terricidio (MILLÁN, 2011) es fundamental para que podamos “hacer-con-convertir-con, componer-con-la tierra” (LATOUR, 2013). Así que es importante indagar en tiempos de pandemia[10] y aumento drástico del hambre en Brasil dónde están las mujeres en las luchas y cómo han construido alternativas al modelo del agronegocio y a las distintas violencias que atraviesan sus vidas y territorios.

 

El Movimento Interestadual de las quebradeiras de coco babaçu (MIQCB) y los impactos del Matopiba

En esta dinámica de conflictos socioambientales por la disputa por la tierra y los bienes comunes, las quebradeiras de coco se organizaron en el MIQCB (ALMEIDA, 1995; SHIRAISHI NETO, 1997), desplazando a los sindicatos de trabajadores rurales (STR), interlocutores tradicionales, que en la época estaban dirigidos (en su mayoría) por hombres cuya agenda de lucha excluía las consignas de las quebradeiras de coco relacionadas con las temáticas de acceso, uso común y conservación de las palmeras de babaçu. Tal actividad extractiva se consideraba como secundaria en relación con la siembra. En 1989, el MIQCB comenzó a organizarse, cuando fue realizado el “I Encontrão”,[11] en São Luís, Maranhão que contó con la participación de las quebradeiras de coco de cuatro estados de Brasil (Piauí, Maranhão, Tocantins y Pará). Al final de la década de 1990, el movimiento se constituyó formalmente como asociación civil. El MIQCB es formado únicamente por mujeres, quebradeiras de coco babaçu, y tiene una coordinación general con sede en São Luís, Maranhão.[12]

El MIQCB tiene como objetivo representar los intereses sociales, políticos y económicos de las quebradeiras de coco babaçu, reconociéndolas por su identidad colectiva como comunidad tradicional.[13] Las quebradeiras de coco son las guardianas de la selva de babaçu, en la valorización de los conocimientos tradicionales, en la lucha por los derechos de acceso a la tierra, al territorio, al babaçu libre y a la práctica de la agroecología. El MIQCB busca la movilización y participación de las quebradeiras de coco babaçu, ampliando sus acciones a más de 400.000 quebradeiras, entre ellos jóvenes y otros integrantes de comunidades agroextractivistas.

Las quebradeiras de coco babaçu tienen una gran importancia histórica, económica, social, política, ambiental y cultural en la llamada “región de babaçu”, sin embargo esta es una actividad que se ve constantemente amenazada, ya sea por los terratenientes que intentan impedir que estas mujeres accedan a las palmeras de babaçu, o por la expansión de la frontera agrícola que avanza con el proyecto gubernamental del Matopiba sobre la selva, impidiendo que se garantice a las quebradeiras de coco la continuidad de sus modos de vida. Asimismo, la apropiación ilegal de tierras por parte de empresas nacionales y transnacionales viene intensificando el cultivo de soja, maíz y eucalipto en la región del Mearim/Maranhão, transformando el paisaje en grandes monocultivos e impactando la permanencia de las comunidades tradicionales en sus territorios. El 6 de mayo de 2015, el gobierno de Dilma Rousseff, con el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento (Mapa), bajo la gestión de la ganadera y senadora Kátia Abreu (PP/TO), promulgó el Decreto no 8.477, instituyendo el Plan de Desarrollo Agropecuario de Matopiba (ver mapa de la Figura 1) y la creación de su comité de gestión, cubriendo un área de 73 millones de hectáreas y 337 municipios.

Es una región que trasciende los límites político-administrativos y que niega la división de regiones por biomas, alcanzando partes de Maranhão, Tocantins, Piauí y Bahía. Pasando por alto cualquier referencia a los pueblos y comunidades tradicionales, este Plan consiste en una estrategia de interés de los agronegocios, especialmente de la “bancada ruralista,”[14] que tiene como objetivo la incorporación del bioma Cerrado y la Amazonia al mercado de tierras y la expansión de las commodities (ALMEIDA, 2019).

Figura 1 – Región de Matopiba – Nueva frontera para la agricultura de Brasil

Fuente: Instituto de Pesquisa Ambiental da Amazônia, 2021.

 

En la región donde quieren construir el Matopiba[15] viven cerca de seis millones de habitantes, según el Censo de 2010 (IBGE); esta zona ganó destaque mundial debido a su potencial en la producción de granos. Existen alrededor de 324 mil establecimientos agropecuarios, 46 unidades de conservación, 35 tierras indígenas y 781 asentamientos de reforma agraria y áreas quilombolas,[16] además de áreas de conservación aún en proceso de regularización. Desde 2005, se viene registrando un fenómeno de vertiginosa expansión de la frontera agrícola en esa región, a partir de los monocultivos.

Para ello se utilizan tecnologías modernas de alta precisión y productividad, un modelo intensivo en el uso de máquinas, insumos, agrotóxicos, fertilizantes y transgénicos. Según la Empresa Nacional de Abastecimiento (CONAB), el Matopiba representa actualmente aproximadamente el 11% de la producción nacional de soja en la zafra 2017/2018. Proyecciones del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento (Mapa) indicaron que, en 2022, el país había cosechado alrededor de 70 millones de hectáreas de cultivos. Las proyecciones indican que esta producción debe llegar a 26 millones de toneladas para 2026/2027, lo que seguirá representando el 9% de la producción nacional (BOLFE et al., 2016). La expansión agrícola continuará ocurriendo en el bioma Cerrado y en transición a la Amazonia.

Entre los agentes a escala global que operan en el mercado de tierras en la región del Matopiba, se destacan estos famosos inversores financieros: George Soros, Eduardo Elztain, Ian Watson, Jim Slater, fondos de pensiones (TIAA, Fondo de Pensiones Sueco), soberanos (Autoridad de Inversiones de Qatar), empresas de capital privado (Altima Partners, The Capital Group, Crestline Capital, Vision Brazil, Vinci Partners), Hedge Funds (Touradji Mangament Capital), instituciones bancarias (JP Morgan Whitefrias Inc., Credit Suisse y Deutsche Bank), compañías de seguros (AIG, Caisse de dépôt etplacement du Québec), fondos patrimoniales (Harvard Endowment), así como empresas comercializadoras y empresas en general (Louis Dreyfuss, Cargill, Cantagalo General Grains, Mitsubishi, Mitsui, etc.) (FREDERICO; ALMEIDA, 2019).

Entre 2005 y 2015, todas las modalidades de tierra (Cerrado, pastizales y tierras agrícolas) en la región estaban fuertemente cotizadas en el mercado. El precio es aún mayor si tenemos en cuenta la diferencia entre la tierra bruta (con cobertura vegetal) y las áreas ya transformadas con producción agrícola. En general, las estrategias de las empresas agrícolas controladas por el capital financiero consisten en la compra de tierras brutas y su transformación gradual en áreas altamente productivas, mediante la introducción y uso de modernos insumos químicos y mecánicos. Esto permite una fuerte capitalización de la empresa, mediante la captación de renta de la tierra. Por ejemplo, para el año 2015, la diferencia de precio entre un área bruta de Cerrado y un área de granos altamente productiva osciló entre R$ 1.125,00 y R$ 16.083,00, y de R$ 3.917,00 a R$ 14.417,00, en Balsas, Maranhão (precio por hectárea) (FNP, 2015).

Además, el simple interés del capital financiero por invertir en la región crea un movimiento especulativo que aumenta la grilagem[17]  de tierras en áreas devolutas.[18] En julio de 2017, el ex-presidente Michel Temer sancionó la “Ley de Grilagem 2” (Ley 13.465/2017 de regularización de las tierras rurales y urbanas), que se aplica sobre tierras públicas que estaban ocupadas hasta 2011, esta vez aceptando parcelas de hasta 2.500 hectáreas. Nuevamente se usó la figura de Temer para legalizar el acaparamiento de enormes extensiones de selva brasileña. En marzo de 2018 se publicaron tres decretos (9.309, 9.310 y 9.311) que regulan dicha Ley. Estos decretos son un proyecto del denominado “grupo ruralista” (legisladores con negocios en el agro transgénico), apoyado por el gobierno después del golpe institucional a Dilma Rousseff en agosto de 2016, con miras a la ocupación del territorio nacional. A partir de esta normativa, se legalizan las ocupaciones empresariales anteriores a 2008 en el país (VICENTE et al., 2020).

En medio a ese escenario de fomento a los proyectos gubernamentales para la promoción de los agronegocios, vinculado a los intereses tanto del capital nacional como extranjero, es que buscamos dialogar con las quebradeiras de coco babaçu de la comunidad Ludovico, Lago do Junco, Mearim/Maranhão para comprender cómo perciben esas problemáticas y qué estrategias están intentando construir en sus organizaciones. Para Marcia, quebradeira de coco del MIQCB: el Matopiba, todo lo quita para poder reponer el agronegocio, toda la riqueza natural se destruye, es el pequi, es el bacuri, es el babaçu, todo lo que está dentro del cerrado y el Amazonas”.

Marcia también nos comenta que el avance de la frontera agrícola y la deforestación de las palmeras aumentaron, actualmente “se da por los terratenientes, por el pecuarista pero también por los pequeños productores que están arrendando sus tierras para el monocultivo de maíz, soja, el agronegocio”. Esa es una cuestión que preocupa al movimiento y a las mujeres en la región, visto que se complejiza cuando es un vecino cercano el que empieza a arrendar la tierra para las empresas nacionales o de capital externo.

En el trabajo de campo presenciamos uno de los tantos casos donde los terratenientes ponen sus máquinas para deforestar las palmeras de babaçu para la creación de ganado y/o otros monocultivos (ver las Fotos 1 y 2). Cuando se derrumban las palmeras sin ningún criterio de manejo ecológico es muy duro para todos/as en la comunidad, y son las mujeres y hombres que ponen sus cuerpos para intentar frenar esa práctica que está naturalizada por los terratenientes desde hace décadas en la región. Según Janaina “existe una gran deforestación de palmeras, el terrateniente derribando las palmeras tanto en la comunidad de São João da Mata, como en la comunidad de Três Poços que hace parte de la ciudad de Lago dos Rodrigues”, siendo que las mujeres del MIQCB, junto con las organizaciones comunitarias y el sindicato están intentando registrar y denunciar esos casos.

 

Fotos 1 y 2 – Deforestación en la comunidad Cuba, Lago dos Rodrigues, Médio Mearim, Maranhão

Fuente: Registros del trabajo de campo, febrero de 2022.

 

Marcia también nos relata la dificultad de algunas comunidades y quebradeiras de coco en Maranhão con el avance del monocultivo y la fragilidad de las leyes para que no se realicen los desalojos de las comunidades y su efectiva implementación para asegurar el bienestar de las familias: 

A principios del 2020 sacaron gente de una comunidad que se llamaba Cajueiro para hacer un lugar para que pasen barcos para la exportación del agronegocio, de carne, soja, todo. Entonces esto también nos duele, no es una quebradeira do Junco, pero es una quebradeira de Maranhão que salieron de allí, unas quebradeiras que eran pescadoras, cuyo marido era un ribereño y que lo usaban como fuente natural para su supervivencia. Quienes nacieron allí, quienes crecieron allí. (Marcia, entrevistada en febrero de 2022. Traducción propia)

En ese sentido, se genera toda una red de alianzas entre las empresas del agronegocio y el poder local de las municipalidades y provincia para favorecer obras de infraestructura para el escoamento[19] de esos cultivos, como un gran proyecto de Estado. La construcción de carreteras es una problemática recurrente en el campo, donde las familias rurales reivindican todos los años mejoras para comercializar sus excedentes o para el acceso a los micros escolares en esas zonas. Sin embargo, cuando se trata de viabilizar los proyectos del agronegocio con la justificativa que estas empresas van a traer inversiones y trabajo a la región, pronto se construyen las vías y dan respuestas a sus intereses.

Además como nos comentó Janaina, todo el aumento de la deforestación en la zona en los últimos años viene causando el cambio climático e inundaciones:

porque decimos que este calor, estoy sudando, todo esto aquí es como el hombre que todo lo deforesta y luego cuando vemos estas grandes inundaciones y eso es culpa del hombre debido a la deforestación, aunque no sea en nuestro territorio es en territorios vecinos y afecta a todo el mundo.

Por otro lado, los cercos y la apropiación ilegal de las áreas de babaçu perduran en la actualidad (inicialmente para la actividad agrícola -creación de ganado- y, más recientemente, para monocultivos de soja, maíz y eucalipto, así como para emprendimientos económicos y para las obras de infraestructura, con su deforestación generalizada) y han dado lugar a acciones específicas de enfrentamiento y a todo tipo de violencia contra las mujeres y sus familias (SHIRAISHI NETO; LIMA, 2021). Otra tensión socioambiental que ha surgido en el territorio y que impulsa la deforestación de los babaçuales son los pesqueros de uso privado construidos por medianos productores de la región (ver Foto 3).

 

Foto 3 – Pesquero privado en la comunidad Ludovico, Lago do Junco, Maranhão

Fuente: Registro trabajo de campo, febrero de 2022.

 

En febrero de 2022, cuando estábamos participando de una celebración de la iglesia comunitaria en Lago do Junco, el tema de los agrotóxicos salió en las discusiones de los/as vecinos/as debido al aumento en la zona y a las implicaciones que causan en la vida de la población. Fue apuntado como una gran problemática en las comunidades, sumado a la pérdida de las palmeras, la sociobiodiversidad y la contaminación de los igarapés.

La Cámara de Diputados brasileña aprobó en febrero de 2022 el proyecto de ley 6.299/2002, que deroga la Ley de Agrotóxicos vigente y flexibiliza las reglas para la aprobación y comercialización de estos productos químicos, llamado por sus opositores “PL del Veneno”, que sus impulsores promueven como modernizador del sector agrícola. Esta aprobación fue lograda con el respaldo de aliados del gobierno de Jair Bolsonaro (2019-2022), que ha impulsado desde su ascenso en 2019 una serie de proyectos favorables al agronegocio. A grandes rasgos, la propuesta flexibiliza las reglas de uso de los agrotóxicos en Brasil, denominación que se modifica por "pesticidas", y otorga al Ministerio de Agricultura el poder de autorizar nuevos productos, un proceso que actualmente incluye a la Agencia de Vigilancia Sanitaria (Anvisa) y al Instituto Brasileño de Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (Ibama) (GUEDES, 2022).

El presidente de la Comisión de Derechos Humanos (CDH) del senado, el senador Humberto Costa, en una entrevista para el medio Agencia Senado en abril de 2022, mencionaba que cambios legislativos como este, que prevé, por ejemplo, el debilitamiento de la Anvisa, son nocivos y perjudiciales para la población. Numerosos países restringen la venta y el consumo de productos originarios de otros que hacen un uso excesivo de agrotóxicos. Y eso va en contra de la producción brasileña de alimentos, que tiene todo para ser de origen orgánico, satisfaciendo los deseos de nuestra población (GUEDES, 2022). La representante de la Asociación Brasileña de Salud Colectiva (Abrasco), la investigadora Karen Friderich, dijo que el 81% de los agrotóxicos permitidos en Brasil están prohibidos en países pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) (GUEDES, 2022).

Marcia nos comenta la dificultad de trabajar en la concientización sobre los agrotóxicos en las comunidades y el retroceso que ha tenido el gobierno de Bolsonaro con los proyectos de ley que han promovido su crecimiento deliberado:

Si vuelvo a este tema de la prioridad de las leyes, ahora tenemos una gran dificultad que ni siquiera tengo una respuesta para vos que es el tema de ANVISA, que ha liberado más de 500 agrotóxicos desde cuando llegó Bolsonaro aquí. Yo me quedo pensando así y ¿ahora qué tipo de alternativa vamos a buscar? Porque cada agrotóxico que ellos crean es uno peor que el otro, y si volvemos al pasado para realizar formación de concientización sobre este tema que afecta la implementación de los grandes negocios, eso va para largo, porque así lo reflexionó Doña Rosa, lo que ella llama ambición, al despertar de las personas que sólo quieren pensar sólo en sí mismas. (Marcia, entrevistada, quebradeira, Ludovico, Lago dos Rodrigues, Maranhão. Febrero de 2022. Traducción propia)

Janaina también nos relata que todo el día pasa alguien con la máquina en la espalda con dos o tres litros de agrotóxicos dentro de la bolsa

porque ellos usan para matar malezas, insectos, pulgones u otros insectos y así es todo con veneno y todo esto es un impacto en la naturaleza, tanto para la tierra como para el agua, los microorganismos en la tierra. Todo eso está afectando, es muy complicado.

Otra cuestión que no es menor para las quebradeiras de coco son las violencias de género y racismo que atraviesan sus cuerpos. Para Rosa (quebradeira) el machismo, el racismo institucional en los ámbitos de atención a la salud pública y la fuerza de los terratenientes, así como del agronegocio con el aumento de los monocultivos y agrotóxicos, son las distintas violencias que las mujeres enfrentan en su cotidiano. Nos compartió, también, que su primera batalla se dio dentro de la casa y que era muy difícil romper con la violencia machista del marido cuando buscaba organizarse con las demás mujeres de la comunidad. Para ella, uno de los problemas más significativos en el territorio estuvo vinculado con los cercos que impiden el acceso libre al babaçu debido a la apropiación ilegal de la tierra por los terratenientes y la masiva deforestación de las palmeras que se intensifica cada vez más con el avance de la frontera agrícola. (entrevista con la quebradeira de coco Rosa, febrero de 2022).

De acuerdo con la investigadora mexicana indígena Delmy Cruz (2017),[20] es fundamental que cuando se hable de los daños que generan las empresas extractivistas del agronegocio en nuestros territorios, también se hable de los efectos directos en nuestros cuerpos:

Las luchas de las personas se deben iniciar en el cuerpo, porque al fin y al cabo son las que más dependen del territorio y muchas veces, esas personas somos las mujeres. Es preciso entender el cuerpo como un primer territorio político para defender y sentir placer de vivir. (CRUZ et al., 2017)

Según la misma autora, es imprescindible poner el cuerpo en el centro porque a través de él escuchamos nuestro territorio y sentir el lugar que habitamos es clave para vivir bien en las comunidades rurales.

 

Las (re)existencias y estrategias asociativas del MIQCB en contra el agronegocio y la deforestación de los babaçuales

Algunas de las experiencias que fortalecieron las resistencias de las quebradeiras de coco babaçu en la comunidad fueron los procesos asociativos con la fundación de la Asociación de Mujeres Trabajadoras Rurales (AMTR) en 1989, siendo una de sus principales actuaciones como grupo de mujeres en la aprobación de la Ley Municipal de Babaçu Libre, que establece el acceso gratuito para las quebradeiras en tierras públicas y privadas para extraer el babaçu. Las experiencias de leyes de babaçu libre[21] crearon institutos jurídicos en la jurisdicción brasileña que reducen el poder de los propietarios de tierra, y ese es un ejemplo importante a compartir para fortalecer la lucha de tantos otros pueblos y comunidades tradicionales. Las leyes de babaçu libre aseguran no sólo el derecho a la preservación ambiental del babaçu en áreas privadas, sino también el libre acceso a las áreas donde se encuentran las palmeras de babaçu, sin necesidad de autorización o pago de ningún tipo al propietario. Este es un hito importante para el derecho de los pueblos tradicionales a los bienes naturales y una experiencia para ser compartida y fomentada no sólo en Brasil, sino a nivel internacional (SHIRAISHI NETO; MARTINS, 2021).

La AMTR también desarrolla actividades de formación y educación con grupos de estudio sobre género, autonomía de la mujer, organización y participación política; en defensa del babaçu, en la lucha por la aprobación de leyes ambientales y el cumplimiento de las leyes vigentes; y generación de ingresos, a través del uso del extractivismo de babaçu. Además, posibilitó conformar posteriormente la unidad productiva con la creación de la fábrica de jabón que produce con el óleo del coco babaçu a partir de recetas tradicionales. Los jabones permitieron visibilizar la importancia económica del babaçu en la comunidad y también fortalecer la autonomía económica de las mujeres.

La Asociación en Áreas de Asentamiento en el Estado de Maranhão – ASSEMA,[22] que también fue citada por las mujeres, es una organización de carácter regional fundada hace 29 años. La institución es dirigida por quebradeiras de coco babaçu, quienes integran y representan asociaciones de mujeres extractivistas, comunidades quilombolas, asociaciones de asentamiento, cooperativas de producción y comercialización, sindicatos rurales, asociaciones de jóvenes y grupos productivos informales. La ASSEMA cumple el rol de asesoría técnica y extensión rural junto a las quebradeiras de coco y sus proyectos de conservación y educación ambiental, agroecología, de combate a la deforestación, el consumo de agrotóxicos. También apoya los procesos comercialización y acceso a las políticas públicas para la agricultura familiar y comunidades tradicionales, extractivistas etc.

La experiencia de la Cooperativa de Pequeños Productores Agroextractivistas de Lado do Junco y Lago dos Rodrigues (COPPALJ), fundada en 1991 produce y comercializa

aceite con la certificación de producto orgánico en mercados nacionales e internacionales. Actualmente la COPPALJ cuenta con más de 200 miembros que trabajan en el contexto de la economía solidaria y fortalecen la producción de las quebradeiras de coco babaçu, generando renta y empleo para las familias.

Todo ese largo proceso de lucha y construcción de alternativas por las quebradeiras de coco y la red de actores aliados (universidades, sindicatos, asesores técnicos, redes de agroecología y feminismo, y comunidades tradicionales etc.) posibilitaron que en 1997, en el municipio de Lago do Junco, donde está ubicada la comunidad Ludovico, se aprobara la primera ley municipal que trata del “babaçu libre”, la Ley no 05/97, que garantiza a las quebradeiras de coco del municipio y a sus familias el derecho al libre acceso y uso comunitario, incluso a las que están ubicadas en propiedades privadas, además de imponer importantes restricciones a la tala de palmeras (MAPA DE CONFLICTOS, 2021).

Marcia, una de las principales ambientalistas de Brasil, guardiana de la selva de babaçu e integrante del MIQCB, es una lideresa histórica en la construcción de políticas públicas dirigidas a las mujeres extractivistas, de los pueblos y por la valorización de los saberes tradicionales. Fue la primera parlamentaria en proponer la creación de la ley “babaçu libre”, que busca lograr la defensa de la selva de babaçu en las tres esferas del gobierno y asegurar los territorios tradicionales a través de las reservas extractivas y el reconocimiento de los territorios quilombolas, contribuyendo a la regularización de tierras y al bienestar de las familias del campo. Su movimiento cotidiano amplía nuestra perspectiva sobre la participación y el impacto de las mujeres en la política comunitaria e institucional. La voz de Marcia y de tantas otras quebradeiras de coco vienen impactando este mundo con sabiduría ancestral y justicia socioambiental. En ese sentido, las quebradeiras de coco tienen otra racionalidad, lógicas de habitar el territorio a partir del buen vivir para todos/as y en respeto con la naturaleza, en co-creación, muy distinta de una visión de destrucción y/o apropiación. Cuando preguntamos sobre la importancia de los bienes comunes y los elementos, como la importancia del agua y la tierra, Janaina nos argumenta:

Si la gente entendiera que si hay agua de calidad, nosotros también tendríamos vida de calidad. Si hay una palmera en pie, tenemos comida en nuestras mesas y si tenemos todo esto vamos a tener una vida más saludable, nosotros vamos a tener todo un ser vivo. La gente hoy percibe que los seres humanos somos muy malos porque todo lo que tenemos y existe en la tierra, fue Jesús quien nos lo dejó y nos lo dio gratis. Y la gente hace lo contrario, no nos importa, no cuidan. (Janaina, entrevistada, quebradeira, Ludovico, Lago dos Rodrigues, Maranhão. Febrero 2022. Traducción propia)

Así que las prácticas de conservación, asociadas a las formas de acceso y uso común de las palmeras de babaçu, están relacionadas a una noción de justicia ambiental. La “madre naturaleza” ofrece palmeras a las quebradeiras de coco, quienes se encargan de cuidarlas para, al mismo tiempo, resguardarlas para las futuras generaciones y garantizar una distribución equitativa de la riqueza, sin distinciones, con el fin de satisfacer las necesidades de cada familia (SHIRAISHI NETO; MARTINS, 2021).

 

Consideraciones finales

Dentro de este sistema capitalista que domina las relaciones sociales, económicas y políticas que se apropian de los bienes naturales y económicos de poblaciones enteras, surgen las resistencias de los pueblos en defensa de la vida, de la tierra, de la cultura y, en algunas ocasiones, de la supervivencia de la especie humana (TOLEDO, 2015). Las quebradeiras de coco babaçu han sido fundamentales para dichas resistencias, sin embargo, su accionar es poco visibilizado tanto dentro de sus propias comunidades, organizaciones, como por los medios de comunicación masivos y los aparatos estatales en todos sus niveles de gobierno. Es importante que sea reconocido el protagonismo de las mujeres rurales y quebradeiras de coco babaçu en la lucha por “el buen vivir” y la justicia socioambiental en los territorios.

La autoorganización de las quebradeiras de coco babaçu por medio del MIQCB y la red de aliados desde universidades públicas, asesoría técnica, red de mujeres feministas y socioambientales en la escala local e internacional son algunas de las estrategias que las mujeres vienen intentando tejer a modo de visibilizar sus luchas y problemáticas. Más allá de visibilizar, son sujetos que proponen una agenda política y que inciden políticamente en las esferas gubernamentales y en la sociedad civil. Los procesos asociativos como las experiencias de cooperativas, manejo agroecológico y seguridad alimentaria son unos de los ejes estructurantes de sus trabajos.

La lucha por la tierra-territorio y defensa de sus modos de vida ha sido una constante y uno de los principales conflictos socioambientales en contra del modelo de desarrollo protagonizado por el agronegocio en esta región. Poder visibilizar lo que las empresas del agronegocio, junto a iniciativas gubernamentales, han impulsado en contra de los cuerpos-territorios “es fundamental porque es en la memoria de nuestros cuerpos y nuestras emociones donde ocurren los mayores daños. Nos dejan huellas de dolor porque rompen nuestras relaciones comunitarias” (CRUZ et al., 2017).

Las quebradeiras de coco han desarrollado distintas estrategias y alternativas para poner un freno en contra de los procesos de devastación del Amazonas y Cerrado, ya que ellos permiten mantener las dinámicas de los ciclos de la naturaleza y nuestra sobrevivencia como especie. Esa reinvención, que se inscribe en la lucha por la autonomía territorial de las quebradeiras de coco babaçu, combate y cuestiona los principios de esa lógica de los proyectos de las corporaciones, expresada por el proyecto Matopiba, abriendo fisuras en la experiencia o en el sentido práctico de las acciones colectivas, de los cuidados comunitarios y de la protección del bien común para ellas y futuras generaciones, garantizando la vida en las más sencillas acciones cotidianas y en las grandes luchas.

 

 

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Como citar

COSTA, Michelly Aragão Guimarães; JALIL, Laeticia Medeiros; BIDASECA, Karina. Las quebradeiras de coco babaçu y las nuevas narrativas emergentes en contra del Matopiba en el Médio Mearim-Maranhão. Estudos Sociedade e Agricultura, Rio de Janeiro, v. 31, n. 1, e2331108, 30 jun. 2023. DOI: https://doi.org/10.36920/esa31-1_st03.

 

 

 

 

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[1] Doctoranda en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA). E-mail: mikellyaragao@gmail.com.

[2] Profesora de Sociología de la Universidad Federal Rural de Pernambuco (UFRPE), con énfasis en sociología rural, estudios de género, feminismo y agroecología. Doctora en Ciencias Sociales en Desarrollo, Agricultura y Sociedad de la Universidad Federal Rural de Río de Janeiro (CPDA/UFRRJ). E-mail: laeticiajalil@gmail.com.

[3] Profesora de Sociología e investigadora de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), Argentina. Posdoctorado en Ciencias Sociales de la Universidad de Manizales/PUC-SP. E-mail: karinabidaseca@yahoo.com.ar.  

[4] "La tierra está llamando a despertar a las mujeres", exclamó el Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir que llegó a Buenos Aires en el Día de Acción Global, luego de caminar durante 70 días en este tiempo de terricidio/feminicidio/trans/travesticidio.  'La tierra late'. Terricidio es feminicidio. Ver: https://www.telam.com.ar/notas/202106/557842-opinion-terricidio.html.

[5] Agradecemos el apoyo institucional del Núcleo Jurema: Feminismos, Agroecologia e Ruralidades/ UFRPE y la Red Feminismo y Agroecología del Noreste de Brasil para la realización del trabajo de campo en Maranhão.

[6]  En este trabajo optamos por usar un seudónimo para resguardar la identidad de la mujer frente al contexto del conflicto socioambiental. Las quebradeiras de coco babaçu, específicamente, asumen diferentes identidades (hay quebradeiras de coco que también se reconocen como prietas, indígenas, pescadoras artesanales, quilombolas etc).

[7] El patriarcado es un tipo de organización social cuya autoridad y poder recaen en el varón con mayor autoridad en la familia o grupo social, llamado patriarca. En este sentido, el patriarcado impone una distribución desigual del poder y de los derechos entre hombres y mujeres.

[8] En este trabajo particular optamos por usar un seudónimo para resguardar la identidad de las mujeres entrevistadas en contextos de conflictos socioambientales.

[9] Cuando se distinguen tales invariantes en un sistema complejo, se “captura” una suerte de información de índole micro-meso-macro sistémica inherente al mismo; equivalente a una suerte de “medida” del auto-ensamblamiento de las diversas escalas del sistema. En otras palabras, una información acerca de cómo las diversas escalas – la “micro”, la o las “meso” y la “macro”- del sistema en cuestión se van ensamblando y articulando entre sí por sí mismas, de manera autoorganizada, es decir, espontánea. De este modo, cuando se logra revelar una u otra invariante de autosimilaridad a través de las diferentes escalas de uno u otro sistema complejo, es como si el sistema aportara información acerca de esa, su medida “compleja” inherente, específica, gracias a la cual, tales escalas emergen, es decir, devienen a la existencia y se articulan unas con otras.  Centrar el enfoque, tanto en las interdependencias de las acciones y sus resultados emergentes de la interactividad de los territorios, como en la búsqueda de una mirada integral, que incorpore el descubrir las lógicas referidas, a través de sus invariantes, permitirá conjugar en una matriz en todas las escalas del ámbito complejo, la integración de sus posibles articulaciones sistémicas y obtener las habilidades que permitan delinear las estrategias de acción (OLIVEIRA, 2009, p. 36).

[10] Algunas investigaciones fueron realizadas por organizaciones y redes feministas en Brasil sobre el impacto de la pandemia en la vida de las mujeres rurales y urbanas: Gênero e Número y SOF (2020); Jalil et al. (2021). Ver: https://redesrurais.org.br/i-webinario-do-gt-5-segunda-sessao/.

[11] En portugués sería como un gran encuentro de mujeres.

[12] El MIQCB en la provincia de Maranhão actúa en tres territorios: Baixada, Médio Mearim e Imperatriz.

[13] El Ministerio de Desarrollo Social (MDS) preside, desde 2007, la Comisión Nacional para el Desarrollo Sostenible de las Comunidades Tradicionales (CNPCT), creada por el Decreto del 27 de diciembre de 2004 y reformulada por el Decreto del 13 de julio de 2006. Como desdoblamiento del trabajo del CNPCT, mediante el Decreto 6.040 del 7 de febrero de 2017, se establece la Política Nacional para el Desarrollo Sostenible de los Pueblos y Comunidades Tradicionales (PNPCT).

[14]  En Brasil el sector agropecuario se encuentra políticamente representado por la renombrada bancada ruralista en el Congreso Nacional. Formalizada en 2008, cuando se regularizó la formación de bancadas temáticas, la ruralista existía desde el retorno de la democracia y es, entre las bancadas organizadas en torno a temas específicos (como la evangélica o la de Seguridad Pública), la de mayor peso. Además, el Frente Parlamentario de la Agricultura (FPA), como se denomina formalmente, entabla diálogo con el Ejecutivo (en muchas ocasiones indicando o vetando candidatos para ocupar el Ministerio de Agricultura) e incluso con la Corte Suprema. De modo general, su objetivo es “estimular la ampliación de políticas públicas del agronegocio nacional”, pero se destaca el interés por la defensa de la propiedad rural y en permanente tensión con las áreas protegidas y las reservas indígenas (PIROTTA, 2021).

[15] Para acompañar datos e información desde las organizaciones de la sociedad civil, ver: https://www.matopibagrilagem.org/matopiba.

[16]   El término quilombola tiene origen en los quilombos, espacios de resistencia a la esclavitud organizados por los/as esclavizados/as fugitivos/as. Sin embargo, los quilombolas estarían dentro de las denominadas “nuevas etnias”, en las que los procesos de identificación como grupos con características culturales e históricas específicas acompañan un proceso de reorganización política, movilización y elaboración de estrategias para la obtención de recursos básicos para producir y consumir. Es decir, una de las dimensiones más importantes de la identidad como quilombolas es la de ser un medio para luchar por mejores condiciones de vida (ALMEIDA, 2002).

[17] En Brasil, grilagem de tierra es la falsificación de documentos para tomar posesión ilegalmente de tierras devolutas o de terceros. El término designa también la venta de tierras pertenecientes al poder público o de propiedad privada mediante la falsificación de documentos de propiedad del área. El agente de tal actividad se llama grileiro (ASSELIN, 1982).

[18] Las terras devolutas eran tierras que habían vuelto a la propiedad del Estado. Sin embargo muchas veces estas tierras habían sido ilegalmente apropiadas por latifundistas por medio del soborno, del fraguado de papeles de propiedad o por métodos más violentos.

[19] Se refiere al proceso de transporte o desplazamiento de granos o cereales, desde su lugar de producción o almacenamiento hacia su destino final, ya sea para su procesamiento, comercialización o consumo.

[20] Integrante de Miras Críticas sobre el Territorio (colectiva conformada por mujeres activistas e investigadoras desde Ecuador, México, Brasil, España y Uruguay) y que han sistematizado distintas experiencias de Cartografía feminista “Cuerpo-Territorio-Tierra”.

[21] En el estudio de Shiraishi Neto y Martins fueron sistematizadas 14 leyes municipales de babaçu libre en las provincias de Maranhão, Tocantins y Pará hasta el año de 2020 (SHIRAISHI NETO; MARTINS, 2021).

[22] Ver en: https://assema.org.br/quem-somos/a-assema/.